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viernes, 2 de marzo de 2012

El Dharma de postrarse

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​Postrarse es muy beneficioso. Incluso aquellos que no son budistas deben postrarse porque postrarse es uno de los mejores ejercicios que pueden hacer. La postración es una de las técnicas del Yoga. Qi Gong y Tai Ji también tienen técnicas de postración. También es una de las técnicas avanzadas de artes marciales

Algunos profesores de Qi Gong, Tai Ji o Yoga que enseñan postraciones pueden tener tendencia a ser demasiado rápidos o demasiado lentos. Hay algunas personas que han estado enseñando postraciones y Qi Gong al mismo tiempo. Se convierte en un ejercicio físico.
 
Pero se supone que es un ejercicio espiritual. Lo que pasa es que uno se postra muchas veces: se postra hasta sudar. Esto no es tan malo: de esta forma se está con mucha energía durante todo el día. Si practica Tai Ji, es posible que tengan la tendencia de enseñarte a postrarse lentamente. Eso tampoco tiene nada de malo. ¿Cuál es la velocidad normal? Cuando se siente natural. Yo recomiendo ser natural. Algún día uno tiene prisa y se postra un poco más rápido porque es más natural. Otros días se está más relajado y por tanto uno se postra más lentamente. Cualquiera de las dos formas es aceptable. Simplemente siga su mente, tiene que aprender a escucharse a sí mismo.

La mecánica de la postración que utilizamos en nuestro templo es que se toca el suelo en cinco puntos: la frente, las manos y las rodillas.

Primero empieza prestando atención a tu cuerpo. Quiere bajar, es consciente de la naturaleza fluida de su movimiento. Normalmente, su mente está constantemente saliendo a prisa fuera de usted en busca de sonidos, imágenes, olores, etc. externos. Cuando empieza a postrarse, regresa a su interior. Ya no está afuera. ¿Cómo? Concentrándose en el movimiento de su cuerpo. Al principio, es un poco rígido. Su movimiento es entrecortado. Quizás haya tensión en los hombros, la espalda o las piernas. Pero con el tiempo, si te postra lo suficiente, se vuelve suave y natural. Simplemente no lo piense, no te preocupe. Siga así y sucederá naturalmente. Debe postrarse sin esfuerzo. Su movimiento debe ser fluido: no forzado, no debe haber discontinuidad alguna.

Una vez que logre postrarse suavemente, es hora de aprender a vaciar tu mente: deje de pensar. Ése es el dharma de la postración. El objetivo de postrarse es dejar de pensar: no pensar. En este punto, al postrarse vacía su mente, cuando se levanta también vacía su mente. Cuando está agachado, se supone que debe contemplar. Tu mente se enfoca. Tiene un pensamiento, intenta tener una mente concentrada en un único pensamiento. Contempla que se está postrando ante este Buda: contempla a este Buda estando presente en el universo, en todas partes de la esfera del dharma, aceptando su reverencia (se acerca a sus palmas abiertas). Si es sincero entonces podrá sentir que está siendo aceptado. Cuando es aceptado entonces se levanta. Si no puede sentir eso, quédese ahí unos segundos, anclará su mente al Buda. Esa es la contemplación. No piense en nada más que en el Buda ante el que se inclina. Eso es Chan.

Cuando se levanta, realmente quiere vaciarse y no tener ningún pensamiento. Ya ha terminado, , no queda nada por hacer excepto levantarse. Si su mente aún no está vacía, entonces se concentra en el Buda.

Debería seguir a la gran asamblea: aprender a integrarse.

Cerrar los ojos dará como resultado tener menos distracciones, porque aún podría ver cosas por el rabillo del ojo, por lo que cerrar los ojos puede ser beneficioso.

Este es un dharma maravilloso, porque es una forma de meditación de postración, una forma muy elevada de práctica de la postración. No piense que la meditación consiste sólo en sentarse, yo le estoy enseñando a meditar también mediante la postración.

Le enseñé a una laica a postrarse ante los Budas. Estaba interesada en postrarse como forma de arrepentimiento. Debido a su gran sinceridad y vigor, comenzó desde estar bastante dispersa hasta alcanzar el tercer dhyana en seis meses.

Otros enseñan a hacer postraciones como ejercicio físico. Nosotros usamos la reverencia para entrenar la mente.