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miércoles, 1 de enero de 2020

Compartir el amor

El Emperador acababa de seleccionar una nueva concubina real cuya belleza estaba fuera de este mundo. Por lo tanto, la adoraba y la mimaba.
 
La emperatriz lo sabía, y por ello mostraba también adoración por la nueva concubina y la colmaba de favores y regalos para que a la nueva concubina real no le faltara de nada.

El Emperador estaba muy complacido y alababa a la emperatriz: “Mi esposa realmente adora a la nueva concubina real. Diría que a veces ella la ama y la mima más que yo. Esto es un ejemplo de como los hijos son filiales a sus padres o los súbditos son leales a su rey.”
 
Sabiendo que se había ganado la confianza de todos, la emperatriz le dijo a la nueva concubina real: “El emperador realmente te ama. Sin embargo, no le gusta el aspecto de tu nariz. Por lo tanto, debes taparte la nariz en su presencia: de esa manera, él te favorecerá para siempre”.
 
Así que la nueva concubina real hizo lo que se le enseñó.
 
El emperador se sorprendió por su comportamiento y le preguntó a la emperatriz, quién dijo que no sabía. Cuando la presionaron, finalmente admitió ante el Emperador que la concubina real le dijo que no podía soportar el olor corporal del Emperador.
 
Al escuchar esto, el Emperador perdió los estribos y ordenó que le cortaran la nariz a la concubina real y la arrojaran por la puerta del palacio.
 
 
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¿Se puede compartir el amor?