Hubo un estudiante Chan caucásico que había tomado refugio con un maestro Zen japonés. Vino a nuestro templo para aprender más sobre Mahayana. Tenía una buena educación y deseaba dedicar su vida al budismo para ayudar a los demás. Planeaba seguir la tradición japonesa de la nueva Sangha, donde las personas que dejan la vida de hogar pueden casarse y formar una familia.
Le sugerí que considerara dejar la vida de hogar y dedicar su vida a aprender Mahayana. Como resumen, aquí están las razones que le di. Le dije que hay dos tipos de profesores:
Hay quienes saben que están confundidos pero insisten en enseñar y ayudar a los demás. Estos maestros simplemente enseñan por razones egoístas porque, en realidad, no promueven el desarrollo espiritual de sus alumnos. Sus seguidores no tendrán más remedio que seguir girando en la Rueda de la Reencarnación.
Luego están aquellos que se saben confundidos y por eso se abstienen de guiar a los demás. Eligen no enseñar hasta que comprendan plenamente el Camino a la Liberación. Sólo entonces podrán ayudar realmente.
Después de una cuidadosa consideración, el joven estudiante Chan decidió dejar la vida de hogar y entrenar con nosotros. Para que Mahayana prospere en Occidente, necesitamos más de estas personas dedicadas.