Uno de mis discípulos me preguntó por quién votar en las próximas elecciones.
Le expliqué que en las circunstancias actuales era mejor votar por tal o cual candidato.
Sin embargo, también le expliqué que hacía mucho tiempo que no votaba por las siguientes razones:
Ya no participo ni hablo de política. Creo en una separación clara entre Iglesia y Estado y, por tanto, los líderes religiosos no deberían influir en la política de ninguna manera.
La gente suele decir con sarcasmo que se trata de votar por el menor de dos males. Sea como fuere, siento que no debo votar por ningún mal en absoluto.
Me resulta difícil votar por una persona que deliberadamente engaña a la gente, sin importar cuán bien intencionada sea.
Sólo votaré por un candidato virtuoso.
Por último, prefiero no votar para fomentar una mentalidad no discriminatoria.