El ejército Qi (齊) comenzó a invadir el país Lu (魯). Al cruzar la frontera, había una mujer que llevaba a un niño en una mano y a otro niño en la otra. Cuando vio a los soldados, dejó bajar al niño que llevaba y cargó al otro niño y echó a correr. El niño que quedó atrás corrió tras ella, llorando por ella, pero ella ni siquiera miró hacia atrás.
El general Qi sintió curiosidad y ordenó a sus soldados capturar a la mujer para interrogarla.
Cuando se le preguntó acerca de los dos niños, dijo: “El que dejé atrás era mi hijo mientras que el otro es de mi hermano”.
El general Qi dijo: "¿Podrías abandonar tu propia carne y sangre para proteger al hijo de tu hermano?"
Ella respondió: “Mi hijo es mi amor personal, pero el hijo de mi hermano es lealtad. Puede que me duela profundamente sacrificar a mi propio hijo, pero si abandonara al hijo de mi hermano, sería desleal. ¿Cómo podría vivir en mi país entonces?
El general Qi ordenó al ejército conquistador que se detuviera y envió un mensaje al rey Qi diciendo que si una mujer humilde es tan leal, cuánto más lo sería el caso de los oficiales y generales de ese país. Aún no ha llegado el momento de la invasión. El rey Qi estuvo de acuerdo y ordenó a su ejército que se retirara.
Más tarde, el rey de Lu se enteró de la historia, elogió a la mujer y le dio una gran recompensa.
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Viva con rectitud y podrá evitar desastres y calamidades.