Los antiguos enseñaban:
Al ver a una
persona superior, uno debe imitarla. Al ver a una persona inferior, uno
debe examinarse a sí mismo para hacer correcciones.
Debemos hacer todo lo posible para reforzar nuestra rectitud y deshacernos de nuestras faltas.
Quienes
nos critican apropiadamente son nuestros maestros; aquellos que nos
elogian apropiadamente son nuestros amigos; y los que nos halagan son
nuestros enemigos.
Es por eso que el hombre superior respeta mucho a
sus maestros, valora a sus amigos, detesta a sus enemigos y nunca
escucha lo suficiente acerca de los verdaderos principios. Si se siguen
estas instrucciones, uno no puede evitar lograr el éxito.
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Si alguna vez se preguntó cómo enseñar a sus hijos, use lo anterior como modelo para el éxito en la vida.
Además, enséñeles a ayudar a los demás para reducir el egoísmo y tener una vida más significativa y con un propósito.