Durante la era de los Reinos Combatientes en
China, un hombre trajo lo que afirmaba ser un elixir de inmortalidad
para ofrecérselo al rey del país So.
El funcionario de la puerta le preguntó al hombre: "¿Se puede comer?"
El hombre respondió: “¡Sí, por supuesto!”.
Entonces, el funcionario agarró la poción y se la tragó.
El rey se molestó y ordenó que el oficial fuera ejecutado por decapitación.
El
funcionario exclamó: “Gran Rey, le pregunté si se podía comer o no. Él
respondió afirmativamente. Por lo tanto, lo comí porque él así lo dijo.
Entonces, realmente es su culpa que me lo comiera. Además, si fuera
realmente un elixir de la inmortalidad, ¿por qué habría de morir después
de haberlo comido? En otras palabras, éste sujeto leal a usted ha
puesto de manifiesto a un charlatán que trataba de engañarnos.
El
rey se rió entre dientes ante el humorístico argumento, ordenó que el
hombre fuera ejecutado, perdonó al funcionario e incluso le dio una
recompensa.
* * * * *
El funcionario tuvo suerte de que
el rey apreciara su humor. El rey también podría haber elegido con humor
probar el elixir de la inmortalidad continuando con la orden de
decapitación para ver si el oficial moría o no, y ordenar entonces la
ejecución del plebeyo.
La historia es graciosa pero en realidad ilustra un principio budista.
El Buda dijo que si hay nacimiento, hay muerte. Y, sin embargo, la gente del mundo nunca ha dejado de perseguir la inmortalidad.
Incluso el método de práctica taoísta puede "prolongar la vida", pero con el tiempo deben morir.
Por
lo tanto, debemos esforzarnos por tener una vida significativa para
poder corresponder a la bondad de nuestros padres al traernos a este
mundo y criarnos. Además, también debemos esforzarnos por una buena
muerte.
La gente mundana tiene pocas pistas sobre lo que sucede
después de la muerte. Para los discípulos budistas, una muy buena muerte
es lograr renacer a la Tierra de Dicha Suprema para salir de la Rueda
de la Reencarnación.
¡Homenaje al Buda Amitabha de la Tierra Pura Occidental de Dicha!